Teatro callejero
Ojos expectantes, sonrisas, gestos y comentarios, quedan congelados, como dentro de una burbuja, amenazada por voraces bestias del caos y el desorden. Henry se pasa el antebrazo por su frente para secar las gotas de sudor después de actuar por media hora bajo un sol candente, en plena ceja de El Alto. Para él es su rutina diaria, su arte callejero que le sirve para sobrevivir.
Henry Paucara, se dedica a teatralizar obras de humor popular, internalizando personajes como el de un vendedor de salchipapas, un chofer de taxi o minibús, un agente de tránsito o el tradicional “borrachito” que pasa por un sinfín de anécdotas para conseguir algunos vasos de cerveza o coctel, en discotecas y bares de remate, en la ceja de El Alto.
En medio del bullicio de gente que quiere vender algo y bocinas de centenares de minibuses que podrían ahuyentar a cualquiera pero contrariamente son su gancho para conseguir pasajeros. Henry, a voz en cuello inicia su jornada, al medio día, contando un chiste de un padre de familia que llega a su casa con algunas copas encima.
- María, tengo una noticia buena y una noticia mala para contarte.
- Cuál es la buena?
- He dejado el alcohol.
- María le contesta, -Hay te felicito; y cuál es la mala?
- Es que no sé dónde lo dejé.
Los semblantes rígidos, tristes, serios de su público, cambiaron por arte de magia, pues las sonrisas se dejaron sentir.
Henry, es uno de los miles de jóvenes que intenta ganarse la vida haciendo teatro en las calles, con chistes, personajes y anécdotas que a la gente le ocurre en su vida diaria.
“Yo estudié teatro por algunos meses, pero luego ingresé a la escuela de payasos de la calle Illampu, ahí me enseñaron a contar chiste, a moverme, a hacer gestos, ahí me hicieron perder el miedo…” dijo Henry.
“Yo pediría a las autoridades, aquí de El Alto, que construyan lugares como la plaza San Francisco para difundir nuestro arte…”.
Cuando se le consultó, de que si pudiera escribir libretos para teatro de humor para un concurso de arte organizado por el gobierno, su mirada quedó en el horizonte, pues manifestó que necesita dinero para mantener a su familia, además que no estaba enterado de esa iniciativa.
Como Henry, existen centenares de cómicos callejeros, que sobreviven de la gentiliza de la gente. Plazas, parques y ferias son sus únicos escenarios para difundir su arte.
Para artistas como Henry, en marzo de este año el Ministerio de Culturas lanzó la convocatoria Premio Plurinacional Eduardo Abaroa con nueve categorías, entre las ellas: artes plásticas, artes populares, artes originarias, artes escénicas, artes audiovisuales, artes digitales, artes, musicales, investigación y periodismo cultural.
Los premios oscilan entre los 10, 20 y 30 mil bolivianos, para el tercero, segundo y primer lugar, respectivamente.
Mariley Orozco, de la Unidad Ejecutora del Premio Eduardo Abaroa, anunció que en entre mayo y junio de 2015, publicarán la nueva convocatoria, con el objetivo de incentivar, fomentar y contribuir a la revalorización de las diferentes expresiones artísticas-culturales.
Henry, con una sonrisa forzada y con el folleto de la convocatoria en mano, miró a su alrededor y emprendió caminata en busca de más público para arrancar más sonrisas y recibir monedas a cambio.
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